Don Justo Cortés Muñoz es un músico y personaje andacollino , quien a sus 90 años recuerda con claridad gran parte de su vida, desde su llegada a nuestro pueblo, al actual sector Población, a la edad de cinco años proveniente de Rica Aventura, oficina salitrera alemana ubicada cerca de Tocopilla.
Rememora don Justo que aprendió a sumar, a restar y a leer a los seis años incluso antes que su hermanos mayores. Su padre compraba el diario “La Opinión” y reunía a toda la familia para que escucharan al pequeño.
Justo a leer, nos comenta que “hasta los avisos económicos tenía que leer, mi taita le decía a mis hermanos aprendan cabezas de llauquín, mis hermanos me tenían mala porque no podían jugar a la pelota, porque tenían que escucharme”.
También recuerda que a los diez años ya estaba trabajando en lo lavaderos de oro ayudando a su padre en el traslado de agua desde las seis de la mañana, tenía que llenar un hoyo que le llamaban “cocha” que era para lavar el material que juntaba su papá. Después de hacer eso partía corriendo a clases.
Don justo nos cuenta que había mucha pobreza en esos años en Andacollo, coincidiendo con la caída del salitre, llegaron del norte muchos obreros y sus familias a la comuna en busca de trabajo y oro. Dice “se dormía en sacos llenos de paja, nos tapábamos con chilpes, habían piojos, garrapatas y vinchucas. Las viejitas zurcían todo, los calcetines, los cotones”, por eso aún se asombra con las comodidades de la vida moderna.
A los 17 años se independizó se su papá, a los 19 se juntó con su señora Petronila Lemus Urquieta con quien tuvo seis hijos, con ella recorría los cerros y trabajaba en las minas o en los pirquenes.
Por esa época empezó a cantar “de todo vals , corridos , bolero, rancheras ,tangos, chachachá, twist no como los músicos de ahora que tocan un solo ritmo”, nos comenta muy orgulloso. Sus primeros conjuntos musicales se llamaron “Sputnik”, por el satélite lanzado por los rusos, y “Los Poblacioneños” porque los integrantes de la banda eran del sector Población.
Para don Justo, inolvidables son las presentaciones que realizó en el “escenario espacial” como él llama al Teatro de la Acción Católica, pues él como guitarrista se movía y bailaba por todo el escenario, algo que llamaba la atención de los espectadores acostumbrados a que los interpretes se quedaran en un solo lugar cantando, por eso incluso venían a verlo desde otras ciudades.
Con sus vivencias y anécdotas, Justo es un hombre sencillo y generoso que aprendió con esfuerzo y dedicación, siguiendo el consejo de su padre “hijo , lo que usted vea de trabajo, apréndalo, porque el saber no ocupa lugar”.