Esta actividad es una tradición fuertemente enraizada en la región de Coquimbo, especialmente, a causa de las fuertes sequías que han afectado al mundo rural de la zona durante los últimos años.
Dentro de la crianza de animales, las llamadas “veranadas” son unas de las actividades más duras efectuadas por los campesinos, donde ellos, con mucho sacrificio, dejan a sus familias y arriesgan su integridad física para llevar su ganado a las alturas de la Cordillera de Los Andes, para poder, de esta forma, alimentarlos con los pastos aparecidos en la zona, producto de la temporada estival.
Alicia Cortés es una de las pocas mujeres que puede contar que participó en las veranadas, además de haber sido arriera. Cortés se dedicó a ellas, mientras vivía en cerro Pichasca. Actualmente, se encuentra retirada de la actividad y reside, desde hace 12 años, en Cuesta de Piedra. Tiene diez hijos y cerca de 200 cabezas de ganado caprino, de las cuales obtiene la leche para dedicarse a la elaboración de quesos.
Cortés indica que el campo tiene una “magia” especial, la cual siempre cautiva a los visitantes, a pesar de lo agreste de la vida rural: “acá todo es tranquilo. Toda la gente que viene, termina enamorada del campo. Acá, ni los perros meten bulla. La vida en el campo no es tan sacrificada, en los años buenos. Los malos sí son difíciles, ya que escasea el alimento para las cabras y me impide hacer quesos todo el tiempo”.
Uniendo al Mundo Agrícola
La Cuesta de Piedra es el primer tramo de la llamada “Ruta Antakari” y comprende un total de 91 kilómetros, uniendo a las comunas de Andacollo y Río Hurtado, ubicada en la provincia del Limarí. Además de servir al turismo y al deporte, permite el comercio entre ambas localidades, destacando el flujo permanente de frutas, verduras, charqui, queso, plata, dulces, frutos secos y chañar. Además del peregrinaje de fieles, sea a pie, caballo o vehículo, por las festividades religiosas en honor a la Virgen de Andacollo.