Don Ruperto Henríquez Gutiérrez, es un habitante de nuestra comuna muy conocido, perteneciente a una familia de comerciantes muy recordados que fueron dueños de un almacén, el cine, la estación de combustible, un restaurant, un microbús.
Ruperto es el mayor de 3 hermanos (Hugo ya fallecido y Gina), él nació en el desaparecido pueblo de Recoleta, que fue inundado por la construcción del Tranque. Sus padres que tenían un negocio allá, en 1934 se establecieron en Andacollo e instalaron su almacén “Canito” que por muchas décadas funcionó en la esquina de Lynch con Alfonso.
Dueño de una memoria asombrosa, en marzo cumplirá 90 años, nos relata que llegó cuando tenía un año de vida, recuerda su niñez con mucho cariño porque vivió la época de compartir con los amigos jugando en las calles polvorientas del Andacollo de a mediados del siglo pasado, sus estudios los realizó en la Escuela de Niños Nº3, en la Escuela Modelo de Ovalle, en el Liceo de hombres de La Serena y en la Escuela Superior José Abelardo Nuñez de Santiago donde obtuvo su título de profesor.
En la década del 50 al volver de Santiago, no ejerció su profesión sino que se dedicó ayudar a su padre que tenia 2 micros para el recorrido Andacollo-La Serena-Coquimbo. “Yo llegué y vendimos las 2 gondolitas para Monte Patria, con esa plata más un poco que puso mi mamá nos fuimos con mi tío Pedro Gutiérrez a Santiago a buscar una micro nueva y trajimos una máquina que fue una de las primeras con carrocerías metálicas una Ford del año 50. Con esa micro yo inicié el recorrido Andacollo -La Serena- Coquimbo y viceversa. Salíamos a las 8 de la mañana pasábamos por Maitencillo, El Peñón y por las haciendas, la gente estaba contenta porque podía viajar”, explicó don Rupe, como es conocido por todos.
Otra etapa que recuerda con mucho cariño, es cuando estuvo a cargo de la Escuela Rural de La Caldera, “la gente de allá es muy buena, nunca tuve problemas ni con ellos o los niños porque habían pocos, lo más que tuve fueron 10 o 12”, esos años fueron de mucho sacrificio, ya que se iba el domingo y volvía el viernes, como el camino era malo y habían pocas personas con vehículos que transitaran por esa vía, muchas veces le tocó subir la Cuesta a pie, hasta llegar a El Toro, y de ahí algún conocido lo acercaba hasta Andacollo.
Tras la muerte de su hermano, a inicios de este año, Don Rupe continúa viviendo en la casa que heredaron de sus padres, y es común verlo al mediodía saliendo a comprar y charlar con sus conocidos.
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