Hijo de Horacio Pastén, habló sobre el futuro de la trapichera más importante de la comuna de Andacollo, indicando que espera convertirla en un museo minero mientras sigue funcionando y recibiendo la visita de mineros de todo el Norte, quienes asisten para aprender las técnicas que les dieron a los Pastén un nombre en la pequeña minería.
Horacio Pastén y su familia siempre estuvieron ligados a la minería. En 1981 fundaron Trapiches Los Caletones, empezando con un trapiche chico de 350 kg cada rueda, para al lustro restante, transformarse en una planta trapichera mediana aprovechando la abundancia de mineral que hubo en Andacollo.
Posteriormente, en la década del 90´s, con la llegada de la crisis, la planta estuvo meses parada, sin embargo, logró sobrevivir hasta el Nuevo Milenio, cuando pudieron sumar un tercer trapiche y un tranque de relave autorizado en 2016, pasando a ser, en la actualidad, una planta maquiladora y procesadora de concentrado que llega a producir hasta 7 toneladas anuales.
Ahora es su hijo, Juan Carlos, quien toma la misión de comandar estos trapiches hacia el futuro, con la meta de convertirlo en un museo minero que incentive el turismo en la zona: “Estamos haciendo un proyecto, el cual iniciamos gracias a los aportes de Teck, consistente en el levantamiento de un museo minero. Su apoyo fue fundamental para comenzar, el cual sacamos a través de Urku Inti, nuestro emprendimiento en el ámbito del hospedaje”.
Aún así, no deja de recordar los viejos tiempos del Trapiche durante la década de los 80´s: “En esos tiempos había mucho mineral en la zona y trabajaban 150 trapicheras. Caletones era el hermano chico de Punta Caletones de Darío Cortés, quien ayudó mucho a nuestra familia. Fuimos socios por 10 años. Son tiempos que me gustaría reconstruirlos, volverlos a ver. Me ponen muy sentimental, pero asumo que es difícil volver a esos tiempos. Lo bueno es que la minería está repuntando en Andacollo, no al mismo nivel pero da para vivir: lo importante es hacer bien las cosas y no malgastar los recursos”.
Finalmente, tuvo un mensaje para las futuras generaciones andacollinas: “No deben avergonzarse de ser andacollinos y descendientes de mineros. Los invito a que nos visiten para que puedan conocer la verdadera minería, para que puedan reconocer sus raíces. Eso los hará fuertes. No tanto americanismo.
Tenemos que ser orgullosos de lo que somos y lo que tenemos. La minería y la religión son el combustible que nos mueve. Andacollo es la Fe y el entusiasmo de sus habitantes. Hasta el minero más machito se persigna para encomendarse a la Virgen cuando entra y sale de la mina. Ella está muy ligada al tema del oro, porque uno siente que lo ayuda a que le vaya bien bajo la tierra”.