Fue una de las entrevistadas en el programa Al Sur del Mundo, en aquellos años transmitido por canal 13, donde enseñaba a limpiar la arcilla para obtener metales.
Una vida marcada de esfuerzo y sacrificios ha sido la que ha vivido Lidia Pérez, oriunda de Carrizal, específicamente de Caserones, madre de 4 hijos que en los años 80 se trasladó hasta Andacollo junto a su familia para buscar una mejor calidad de vida. En aquella época, la minería era precaria, sobre todo para los pirquineros, quienes trabajan en precarias condiciones y con jornadas extensas para llevar el sustento a sus familias. Su esposo, siempre estuvo ligado al rubro, y por motivos de salud debió jubilarse a temprana edad, por eso ella tuvo que aprender sobre minería.
Lidia define que tuvo una crianza de campo, donde aprendió de animales y todo lo que eso implica, también sabe hacer alimentos naturales, pelar trigo, tostar harina, y otras labores. Para ella, trasladarse a Andacollo en el año 81 implicó aprender sobre cómo trabajar el oro, ya que era el sustento de su familia en esos años. Además, también aprendió a cortar adobe y ayudó y enseñó a muchos niños y niñas de Andacollo a limpiar la arenilla para separar los metales.
Por eso, Lidia es recordada con mucho cariño en la comuna, cumplió un rol importante en la infancia de aquellos pequeños y pequeñas que buscaban tener algo de dinero para compartir con sus amigos y familias. Por eso, formó parte del programa de canal 13, Al Sur del Mundo, donde se muestra que los niños iban a conseguir imanes e incluso molían en los maray, fabricados por Lidia y su esposo.
“Son lindos recuerdos de esas épocas, la vida era pesada, de mucho esfuerzo, pero siempre ayudaba a quienes podía, les enseñaba a los niños de esos años, quienes ahora son padres, profesionales, trabajadores, pero, sobre todo, son muy buenas personas y los recuerdo con mucho cariño, a veces me he encontrado con ellos y eso es lindo”, precisó Lidia.
Actualmente, Lidia realiza dulces, harina tostada, tejidos y manualidades, lo que vende para subsistir y apoyar a su familia. Una vecina muy querida y recordada, porque dejó un legado de trabajo en la pequeña minería, pero, sobre todo, por su disposición de ayudar a quienes le solicitaban sus conocimientos en épocas donde había esperanza e ilusión por tener un mejor vivir.