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Los Claretianos en Andacollo

14 marzo, 2016

Desde hace más de cien años, más precisamente 116, el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo ha estado bajo el cuidado pastoral de la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María (Claretianos), que fue fundada en España en 1849, por el santo Obispo Antonio María Claret. Esta Congregación que llegó a Chile en 1870. Siendo Obispo de la Serena Monseñor José Manuel Orrego los recibe en el Diócesis el 19 de noviembre de 1873, fecha en que se inician los trabajos de construcción de la Iglesia Grande, hoy Basílica de Andacollo.

En aquella época la región de Coquimbo presentaba una geografía accidentada, malos caminos, dispersión de población y sólo 18 parroquias atendidas por un Clero regular de deficiente formación y tres comunidades de religiosos que sobrevivían en conventos antiguos como los Domínicos y Agustinos.

La llegada de los Claretianos da un verdadero impulso a las tareas apostólicas en la Diócesis. Ellos recorren cada uno de los curatos llevando al palabra de Dios, imponiendo los sacramentos, el catecismo permanente e instaurando devociones propias que van ser muy bien recibidas por la comunidad.

Poco a poco, los claretianos fueron ganando espacio y abriendo casas misionales en la Diócesis. Luego de fundada la primera en 1873, en la Serena, se le sumó la de Andacollo en 1900, Coquimbo en 1903 y finalmente la de Ovalle en 1907.

Uno de los protagonistas principales en esta labor religiosa fue el notable misionero, Mariano Avellana Lasierra, declarado venerable por el Papa Juan Pablo II en 1989. Este sacerdote recorrió aldeas, campamentos mineros, caletas, haciendas, pueblos y ciudades. Visitó cárceles y hospitales, llevando consuelo al afligido, aliento al presidiario y esperanza al enfermo. Dentro de los lugares visitados en su apostolado estuvo Andacollo donde misionó entre 1888 y 1893 al igual que otros misioneros claretianos que predicaban por esos lugares. En vísperas de navidades colaboraba en la fiesta de Andacollo, especialmente en el desarrollo de la novena y en la administración de bautizos, confesiones y comuniones; inclusive en la celebración de matrimonios cuando éstos se producían. En 1893 después de 20 años de trabajos y con las dificultades inherentes a la Guerra del Pacífico, fueron concluidos los trabajos de la Iglesia Grande, verdadera obra de arte a disposición de los miles de peregrinos que acudían a venerar a la Virgen del Rosario.

Esta presencia claretiana en la Diócesis y en la parroquia de Andacollo hizo que el Obispo Fontecilla pensara en ellos para secundar al párroco de Andacollo y colaborar como capellanes del Santuario de la Virgen del Rosario. De tal modo que en su visita a Roma en 1899, con ocasión del Concilio Plenario Americano, le pidió al Superior General de los claretianos la colaboración para poner un grupo de claretianos en Andacollo. Luego de algunos problemas iniciales, la autoridad de la Congregación accedió a la petición del prelado y el 14 de marzo de 1900 arribaba al santuario un grupo de seis misioneros.

La primeras labor de los misioneros fue construir una casa conventual, la cual se realizó en el costado sur de la iglesia, con amplios patios interiores, rodeadas de corredores, con el objeto de estar preparados para la coronación canónica de la Virgen y poder recibir dignamente a los Obispos invitados y al numeroso clero que se esperaba para la ocasión, sin embargo debido al atraso de la confección de la corona, este acontecimiento debió postergarse un año.

En efecto el 26 de Diciembre del año 1901 se celebró la Coronación canónica de la Virgen de Andacollo y al lugar llegaron cerca de 50.000 peregrinos, y se congregaron bailes chinos, danzantes y turbantes, como también religiosos de diversas congregaciones y órdenes de la Diócesis.

Pasados los ecos de la celebración, el Obispo, les encomendó en 1903 que además del santuario se hicieran cargo de la atención de la parroquia que ese mismo año perdía parte de su territorio jurisdiccional inserto en el valle del río Hurtado, al crearse la parroquia de San Francisco de Recoleta. Por razones de itinerancia, la Congregación no aceptaba parroquias que podían impedir el movimiento y la disponibilidad de los misioneros, pero dado que Andacollo presentaba las características de una Casa Misión como múltiples servicios, la petición fue acogida y Andacollo pasó a ser la primera parroquia de la Congregación.

Para la celebración de las misas y los sacramentos, fueron creados algunos oratorios en lugares donde no los había o estaban deteriorados, así edificaron uno bajo la advocación de San Antonio, en Maitencillo, en 1905; y en 1907 se crea otro en el lugar denominado Corral Quemado. Dos años más tarde en 1909 construye un oratorio parroquial en el mineral de Tambillos, la segunda población en importancia de la parroquia, por su cantidad de habitantes. Además se levantó una capilla en Caldera, en 1911 y al anexarse la estancia del Peñón a la parroquia de Andacollo se creó una capilla a las afueras del poblado, que luego por diversos problemas de seguridad del inmueble, fue trasladado al interior del pueblo. En la década de 1931 con el aumento de la población de Andacollo producto de la afluencia de obreros y familias pampinas, se abrió una capilla en Churrumata.

Asimismo continuaron con las labores de atención del Santuario. Para este efecto, se fueron adquiriendo paulatinamente inmuebles y propiedades cercanas al templo parroquial, destinadas a la atención de los peregrinos, y las actividades propias de la Cofradía de la Virgen de Andacollo, una asociación de laicos que tuvo una enorme influencia en el crecimiento de la piedad mariana y la construcción de la Iglesia Grande.

Los claretianos, además de preocuparse de las labores propias de la Parroquia y de la celebración de las fiestas marianas, se encargaron de promover actividades artísticas y culturales en el poblado, tales como la instalación de un teatro, la creación de una centro católico de Andacollo y de una importante labor de propaganda del santuario mariano, para ello idearon la revista Estrella de Andacollo que duró hasta 1911, cuando cambió de carácter y pasó a transformarse a partir de esa fecha en revista general de la Congregación con el nombre de Inmaculado Corazón de María. Continuadora de la revista Estrella de Andacollo hubo otra publicación denominada Nuestra Señora de Andacollo, que comenzó el 1 de septiembre de 1928.

Otro elemento propagandístico de gran importancia, que fue una característica de la Congregación fue a partir de 1935 con la creación de los talleres o litografías Claret, la representación de múltiples imágenes o estampas religiosas con santos de las más diversas advocaciones.

Desde El Santuario de Andacollo se mandaban a hacer a Santiago, cientos de miles estampas con la imagen de la Virgen de Andacollo, que se entregaban en la oficina parroquial, como recuerdo a los peregrinos, luego del pago de sus mandas, dichas imágenes se constituían en preciados tesoros del pueblo devoto que en sus viviendas modestas, principalmente en los dormitorios, las colocaban, formando de esta manera verdaderos altares domésticos y multiplicando de esta manera la devoción a la Virgen del Rosario y popularizando su santuario. Allí además se imprimían los novenarios que acompañaban la meditación de los fieles y peregrinos durante la novena que precedía ambas fiestas.

Además de la acción pastoral y la preocupación por la cultura, también intervinieron activamente y con gran dedicación en la actividad de promoción social y humana de los habitantes de Andacollo, principalmente en aquellos años de crisis económica. En el ámbito educativo, desde su llegada, trabajaron arduamente en el desafío de otorgar una buena educación a los niños y jóvenes de Andacollo. La Escuela inicial tenía el título de Caridad de Nuestra Señora de Andacollo. Con los años fueron dos Escuelas n°1 de Hombre, posteriormente n°3 y Padre Claret y la Escuela particular de Niñas N°2, Corazón de María. hoy estos colegios están unidos con el nombre e Colegio Parroquial Andacollo, establecimiento que goza de un gran prestigio ya que fue el primer Colegio Católico fundado en Chile en el año 1835, hoy cuenta con una matrícula de 940 alumnos y alumnas.

Los sacerdotes Misioneros Claretianos Hijos del Corazón de María que han sido párrocos en Andacollo son:

Lino Sarriugarte Eguiguren 1902

Teodoro Martin Monterde 1009

José Estabenell Mas 1913 ( 4 meses)

Blas Hernández Sánchez 1913

Alejo Álvarez Ruiz 1919

Lorenzo Sarrablo Santaliestra 1922

Paulino González Pérez 1925

Luis Ribas Morato 1928

Blas Hernández Sánchez 1930

Rogelio Lorenzo Baltulla 1934

Julián Arrieta Otazua 1937

Blas Hernández Sánchez 1940

José Silva Cornejo 1945

Florencio Fernández 1952

Alfonso Marcos Soriano 1961

Manuel Escalona E 1964

Florencio Fernández 1967 ( 3 meses)

Marino Abad Abad 1967

Alfonso Marcos Soriano 1970

José Silva Cornejo 1974

José Manuel García 1976

Alfonso Marcos Saravia 1979

David Gómez Juárez 1982

Gaspar Quintana J 1990

Haroldo Zepeda U 1991

Jorge Mella Ortubia 2001

Mario Gutiérrez 2004 ( 5 meses)

Jesús Pastor Gil 2004

José Antonio Palacios 2008

Eduardo Huerta Pastén 2010 hasta la fecha

Hoy los recordamos con cariño ya que dejaron un legado impreso en el desarrollo espiritual y social de la comuna de Andacollo. 

*Datos aportados por el área comunicacional del Santuario de Andacollo.

Imagen CC: Wikipedia

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