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Padre Alfonso Marcos un claretiano que dejó huella en los andacollinos

1 octubre, 2021

Uno de los sacerdotes claretianos más recordados en nuestra comuna por su labor como Párroco, Rector, Profesor y Músico fue el padre Alfonso Marcos Soriano, quien entre sus innumerables obras es recordado por ser el autor de uno de los himnos solemnes en honor a la Chinita, el “Ave de Andacollo”.

El padre Alfonso marcos Soriano  nació el  23 de enero de 1922 en Valparaíso, su padre fue Eusebio Marcos, un español viudo que contrajo segundas nupcias con la  chilena Ángela Soriano, él fue el cuarto de los 8 hijos del  matrimonio.

Sería ahí en Valparaíso, que el joven Alfonso conoció a los Misioneros Hijos Del Inmaculado Corazón de María y su labor pastoral, ingresando al Seminario muy  joven, sus  primeros votos religiosos los tomó a los 19 años, y el 19 de marzo de  1949 se ordena de sacerdote en Temuco.

Trabajó como docente en el Instituto Claret, después de 5 años fue destinado a la comunidad claretiana de Andacollo, donde trabajaría incansablemente por el  Santuario y la educación de  niños y  jóvenes.

Al ver la necesidad de dar continuidad a la enseñanza más allá de la primaria a muchachas y muchachos andacollinos, funda junto a otras personalidades el Liceo Coeducacional el 6 de mayo  de 1955, que en su inicio funcionó en dependencias parroquiales y que con el tiempo se convirtió en el actual Liceo Pedro  Regalado  Videla Ordenes.

Estuvo destinado en nuestra comuna durante 3 períodos: de 1961 a 1964, de 1970 a 1974 y de 1979 a 1982, aparte de ser superior en Andacollo, también lo  fue en las comunidades claretianas de Temuco, Valparaíso,  Talca  y  Antofagasta.

A mediados de la década del 60 el Padre Alfonso Marcos compuso el  “Ave de Andacollo”, que con el tiempo se transformó en el himno del Santuario y que ha  sido interpretado en las Festividades de la Virgen por tantas generaciones de andacollinos, devotos y peregrinos que suben a cumplir sus mandas con la Chinita.

De sus períodos de residencia en Andacollo, sin duda uno de sus legados más recordados fue su trabajo como profesor y director de la Escuela Particular de Niños N°1, ya que con mucho entusiasmo y esfuerzo involucraba a los profesores para mejorar constantemente el nivel de educación que se entregaba tanto en lo curricular, en los valores cristianos y en las actividades extra programáticas que incluían formación de coros, revistas de gimnasia y obras de teatro, para lograr un desarrollo integral de los alumnos.

Después, cuando ya se encontraba viviendo en Santiago, sufrió un accidente automovilístico, lo que iniciaría su deterioro de salud, que se vio agravado al  final de sus días con un Alzheimer, falleciendo finalmente el 12 de febrero de 2005 en esa ciudad.

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