El próximo 19 de febrero se cumplirán 54 años desde el accidente de la mina “Flor de Té”, hecho que ha quedado en los registros históricos de la minería tanto de nuestra comuna como del país.
Actualmente, solo quedan con vida dos de aquellos mineros: Américo Méndez, que era un joven de 16 años cuando ocurrió el accidente, y don Fernando Castillo, que tenía 24 años y que fue nombrado por las revistas y radios que cubrían el rescate como el “Sonriente”, pues al momento de salir lo captaron en una fotografía sonriendo, además era quien habló en el enlace radial que efectúo radio “Minería” desde el interior de la mina.
Don Fernando, emigró diez años después de ocurrido el accidente, en 1974 partió de Andacollo hacia el norte, lugar donde se radicó con su esposa, sus ocho hijos y sus nietos, estuvo por 20 años en Arica. Después, por razones laborales se trasladó a vivir en Pozo Almonte, ciudad en la que pasa sus años dorados.
Nos cuenta que solo volvió una vez en todos estos años para una Fiesta Religiosa, por eso a sus 78 años quiso regresar a su tierra natal y tuvo un emotivo encuentro con sus recuerdos y algunos conocidos, especialmente con los habitantes de la Nueva Churrumata, que al saber de su presencia en Andacollo llegaron hasta el canal Señal 6 para invitarlo a almorzar, porque los vecinos de ese sector conservan una mística que los identifica con aquel antiguo poblado que fue trasladado de lugar.
A don Fernando se le ve contento y emocionado por estar en nuestra tierra, nos dice con la voz quebrada “estoy feliz en mi pueblo querido que tanto tiempo he estado lejos, estoy orgulloso de estar acá, de saludar a los andacollinos y a aquellos mineros o a sus familiares que en aquellos tiempos dieron todo para que nosotros saliéramos con vida, porque fueron momentos muy difíciles que vivimos dentro de la mina”.
Del accidente recuerda que hubo un ruido como terremoto después fueron de 6 a 7 horas muy críticas, de mucha desesperación por la oscuridad que reinaba y porque el cerro seguía moviéndose, por suerte había una corriente de aire que les permitió respirar y se quedaron en un espacio que se formó al lado de unas vigas de madera.
“Nos encomendamos a todos los Santos y a nuestra Virgen de Andacollo, cuando pasaron las horas y la gente empezó a ubicarnos por medio de golpes se nos vino el alma al cuerpo pensábamos que ya no íbamos a morir, pero también fue muy difícil calmarnos”.
Para don Fernando es muy importante que las generaciones actuales sepan del accidente, pero también de la unión de voluntades que hicieron que él y sus compañeros hayan salido con vida del hundimiento del cerro. “Doy infinitas gracias a los compañeros, a los empresarios que pusieron gente para que trabajara día y noche, a Mario Rojas, a Tabilo Jeraldo, a Juan Martínez y, así varias personas, tal como la señora Chepita que se hizo cargo del casino para alimentar a trabajadores y familiares, infinitas gracias a ingenieros y autoridades”, concluye con la voz entrecortada este hombre que mira a su numerosa familia como el fruto de aquel heroico rescate hecho con el temple y solidaridad del pueblo andacollino.
19 de febrero de 1964 accidente en la “Flor de Té”
Aquel día siete andacollinos descendieron a la 1 de la tarde a trabajar en la extracción de mineral a 32 mts bajo la superficie. El grupo compuesto por Alfredo Román Polanco, Juan Rodríguez Cortés, Fernando Castillo, Víctor Castillo, Orlando Flores, Américo Méndez y Norberto Castillo, llevaba menos de dos horas de trabajo cuando sintieron que el cerro se hundía.
Al darse la alarma en la cercana Churrumata, donde vivían los aterrados, y en Andacollo, comenzaron a organizarse las cuadrillas de trabajo para sacarlos con vida. Pirquineros, familiares, amigos, personal de Enami, autoridades y medios de comunicación llegaron a las inmediaciones del pique para saber que pasaba con sus seres queridos.
Hasta que con el correr de las horas se sintieron golpes que devolvieron la esperanza de encontrarlos con vida, a los tres días fueron rescatados Alfredo Román Polanco y Juan Rodríguez Cortés. A los demás se les ubicó y mandó alimentos a través de una manguera hasta ser rescatados el 25 de febrero cuando cumplían 6 días atrapados.