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América Trigo: una vida dedicada a enseñar y pintar los colores de Andacollo

2 julio, 2025

Con 75 años de vida, una sonrisa encantadora y un corazón lleno de historias, es mucho más que una profesora jubilada. Es parte viva de la memoria de Andacollo, una mujer generosa, apasionada por el arte y con una vocación que marcó generaciones.

América dedicó más de la mitad de su vida a la enseñanza de niños y niñas de Andacollo, con 48 años de su vida en las aulas, comenzó como profesora en la ex escuela de niñas N°2, incluso antes de obtener su título profesional oficial. En aquellos años, con cinco años de experiencia, podían inscribirse para poder obtener el título, y así fue como ella estudió, finalmente, pedagogía en la Universidad de La Serena, cuando aún era conocida como Escuela Normal. Desde entonces, su labor no se detuvo.

Trabajó durante años en los ex campamentos mineros de Churrumata y El Toro, en tiempos donde la educación convivía con la precariedad y la vida artesanal. «Era cansador, porque se iba caminando, pero fue una muy buena experiencia», recordó con nostalgia, América. En esos años difíciles, la docente no solo enseñaba contenidos: ofrecía afecto, entregaba galletas a sus estudiantes, y llenaba de humanidad las salas de clases más humildes.

Terminó su carrera profesional en la escuela Luis Cruz Martínez, donde dejó una huella profunda en la comunidad escolar. Fue allí, en el último aniversario del establecimiento, donde presentó con orgullo una exposición de sus pinturas inspiradas en los atardeceres andacollinos. Y es que la pintura se ha convertido en su nueva pasión; los colores cálidos de los cerros, los cielos rojizos, la serenidad del paisaje local, son hoy su inspiración y refugio.

Desde siempre tuvo una inclinación artística y enseñó técnico manual, historia, educación física, y también música a sus estudiantes. «Teníamos que saber piano, la madre Flora me enseñó en esa época», contó. Hoy sigue tocando y creando, acompañada de sus animales, de sus lienzos y de la tranquilidad de su hogar.

En su vida actual solo quiere cuidarse, ya que señaló, “ya estudié, ya trabajé y ahora estoy feliz como estoy, sola pero acompañada de mi gente de Andacollo, con mis animales y mis pinturas», expresa con emoción.

América Trigo no solo fue una gran maestra, sino un ejemplo de vocación, resiliencia y amor por su tierra. Su historia inspira y recuerda que enseñar también es un acto de arte, y que el arte, como la educación, deja huella para siempre.

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