Tras finalizar su vida laboral, este emprendedor volvió a su natal Maitencillo y, actualmente, se dedica a la agricultura. Tiene su huerta dentro del mismo sector, cerca de la carretera que une Andacollo con la costa del Elqui, donde planta olivos, paltos y almendros.
Basilio Muñoz es nacido y criado en el sector de Maitencillo, cerca de Andacollo. Sin embargo, tuvo que dejar este lugar para encontrar trabajo. Ya jubilado, decidió volver y dedicarse a la agricultura, especialmente al cultivo de paltos, olivos y almendros. Los frutos que obtiene de sus árboles y el aceite de oliva que produce los vende en su casa, el cual queda ubicado cerca de la Ruta D-51, al costado del badén de Maitencillo.
Muñoz explica los procesos que utiliza para obtener sus productos, enfatizando que todo se realiza de forma natural y artesanal, “en cuanto al olivo, lo cuido, lo podo y lo cosecho yo mismo. También los cuido cuando el fruto está en flor y le echo abono. La producción la hago en mayo. Ahí saco las aceitunas para el aceite, vuelvo a cuidar los árboles para que se recuperen y puedan reflorecer la siguiente temporada. Yo produzco la aceituna sevillana sajada, que es diferente a la otra aceituna, puesto que, a la otra, le sacan el amargo con soda. Todos sabemos que eso es veneno y que si a una aceituna le queda un poco de soda, la persona que se la coma, va a enfermarse, no ahora, pero sí en el tiempo. Lo mismo con el palto, que se da bien en el sector”.
Posteriormente, este agricultor argumenta que la buena calidad de su aceite y sus cultivos radica en las bondades que tiene el lugar para la actividad agrícola, “Maitencillo es lo mejor. Es una zona privilegiada por el ambiente, la tierra y el aire. Lo único malo es la contaminación acústica, debido a los vehículos y camiones que pasan por la carretera. Aún así, soy feliz aquí, ‘estoy en la gloria’ como se dice”.
Finalmente, sentencia que la falta de oportunidades está provocando que los jóvenes estén abandonando el sector, a pesar de su belleza, “las futuras generaciones se van igual porque tienen que ir a buscar trabajo a las ciudades. Sin embargo, tengo claro que después van a volver, porque como está el ambiente en las ciudades, con mucha delincuencia y engaño, van a volver nuevamente, como lo hice yo. Acá es sano, aún no llegan los ‘malos’ a vivir aquí. Acá nos cuidamos entre todos los vecinos y nos conocemos, tanto así que, inmediatamente, nos damos cuenta cuando andan extraños por el sector”.