Once años atrás, fruto de conversaciones cuyo único sustento era la capacidad de soñar, nació la idea de dar vida a un espacio en el que los habitantes de Andacollo pudieran desarrollar sus intereses vinculados a la formación artística y cultural. Fue la respuesta a una necesidad y ausencia que por entonces limitaba lo que, por definición, no debiese tener límites; la capacidad de crear, de conocer y conocerse, de encontrarse y encontrar.
Todo comenzó la primavera de 2014 cuando, se decide “HACER” realidad el sueño, luego se sumaron muchas voluntades. Juntos, fueron dando forma a lo que pronto se conocería como la Escuela de Talentos Andacollinos, iniciativa que una década más tarde se consolidaría como una de las entidades de desarrollo cultural comunitario, más relevante de la región y una de las más importantes del país.
No fue un camino fácil: la constante búsqueda de recursos, las desconfianzas y el cansancio de quienes deben luchar permanentemente contra corriente, suele cobrar su precio, pero la convicción y el resultado de los talleres realizados, bastaron para que se dieran cuenta de que echar pie atrás no era una opción. Los y las andacollinas que toman los talleres, dejan muy claro, el VALOR y la importancia de esas horas en su vida diaria. De sus gestos, palabras y transformación, se infiere que la existencia de la escuela significa mucho más que la oportunidad de acudir a un centro de formación artístico-cultural.
Para muchos fue un oasis en una rutina gris, para otros la oportunidad de realizar un sueño postergado, para muchos una instancia donde descubrir y desarrollar sus talentos, o bien la posibilidad de contar con un espacio seguro en el que poder compartir con otros y otras con sueños equivalentes. Un espacio donde conversar y reír, abrazarse y sentir.
Así, desde un principio resultó claro que la Escuela de Talentos Andacollinos no solo transmitía conocimientos, sino que también democratizaba el acceso al arte, derribando barreras geográficas, sociales, económicas y generacionales. Ya no había que viajar a Coquimbo o a La Serena para estudiar teatro o canto, fotografía o piano. Todo eso y más ocurría en una casa en el centro de Andacollo, una casa abierta, gratuita, inclusiva y cuya bandera era la búsqueda de la cohesión social.
Educación cultural, pero no cualquier educación
Incluso cuando el proyecto no era más que palabras, la idea de que los talleres artísticos debían cumplir con ciertos requisitos siempre estuvo presente. No debía ser bailar por bailar, o pintar por pintar. Debía haber objetivos y metodologías.
Una de esas metodologías se transformó en un sello que acompañaría a la Escuela de Talentos Andacollinos hasta el día de hoy. Se trata del constructivismo aplicado a la educación.
En la Escuela de Talentos el conocimiento no se transmite de forma vertical, sino que se construye de manera colectiva, fomentando un aprendizaje activo, participativo y colaborativo. Los profesores y talleristas no se presentan como figuras autoritarias, sino como guías que acompañan el proceso de descubrimiento y creación de los alumnos. Esta dinámica, no solo fortalece el aprendizaje artístico, sino que también potencia habilidades como el pensamiento crítico, la comunicación y la empatía.
También su radio comunitaria, FM VOCES 107.1 y web vocesandacollo.cl, abordan el fortalecimiento de la comunicación comunitaria, como herramienta de formación cultural; y dar cuenta de la relevancia de la comunicación en la cultura y su impacto en las comunidades locales.
Otra característica notable de la Escuela de Talentos Andacollinos es su apertura a estudiantes de todas las edades. Un modelo «intergeneracional», donde niños, jóvenes, adultos y personas mayores comparten el mismo espacio, aprendiendo unos de otros en un ambiente de respeto mutuo. Esta diversidad etaria ha contribuido a crear un fuerte sentido de comunidad dentro de la escuela, donde las diferencias se convierten en oportunidades para enriquecer el proceso de aprendizaje.
La inclusión, es otro de los pilares que sustentan el día a día de la escuela. Y no son solo palabras. La institución está efectivamente abierta a todos y todas, sin distinción. En este sentido es importante recordar que la Escuela de Talentos Andacollinos no es un centro de formación de artistas “profesionales”. Es un espacio de transmisión multidireccional de conocimientos, un centro de «aprendizajes», un punto de contacto comunitario, un momento en la semana donde crecer y soñar. Esto no significa que no estén atentos al surgimiento de talentos fuera de lo común, a quienes reconocen y guían, pero su objetivo es mucho más amplio, mucho más profundo.
Quizás la máxima expresión del valor que representa la inclusión fue la creación de la Sala Multisensorial. Este espacio, que se inscribe en el proyecto llamado Inclu@rte, ha tenido un profundo impacto en decenas de familias andacollinas, con hijos e hijas que requieren de un apoyo espacial para desarrollar sus capacidades cognitivas, motrices y comunicacionales. Se trata de una sala provista de diferentes elementos de estimulación sensorial en la que trabajan profesionales de primer nivel, capacitados para acompañar los variados procesos de desarrollo de sus usuarios. Otro ejemplo más del alcance que ha tenido la Escuela de Talentos Andacollinos y el impacto en la comunidad de la que es parte.
Este 2025 la escuela entra en su segunda década de vida más activa que nunca, ofreciendo más de diez talleres gratuitos en los que se plasman los valores ya expresados y donde día a día se refuerza su rol social, constituyéndose en una bella excepción en un contexto donde los espacios de encuentro y participación son escasos, erigiéndose como un punto de encuentro que fortalece los lazos entre vecinos, fomenta el aprendizaje significativo y celebra la diversidad.
El futuro en nuestras manos
Los siguientes diez años se avizoran desafiantes y quienes dirigen los destinos de esta institución lo saben. Para enfrentarlos se han tomado una serie de medidas que vienen a consolidar la profesionalización de la escuela, no en el sentido “economicista”, pues hace muchos años que se ha implantado la idea fuerza de que «el arte es un trabajo», por lo que sus colaboradores reciben la retribución que sin duda merecen.
El énfasis está, por lo tanto, la sostenibilidad, los procesos de trabajo, las metodologías y la administración cotidiana. La escuela debe continuar, el trabajo debe continuar de manera fluida y constante. Para esto se han implementado un plan de gestión de largo plazo, herramientas tecnológicas y se han incorporado profesionales, a lo que se suman nuevas planificaciones de clases y estrategias que reducen a cero la posibilidad de que un taller no se lleve a cabo. De esta forma, se busca transformar a la escuela en una institución sólida cuyo funcionamiento sea impermeable a las contingencias externas, para así proteger su misión social en cuyo corazón está y estará siempre el bienestar integral de nuestra comunidad.
Es cierto que es difícil ver a la escuela de talentos separada de sus fundadores, después de todo, ellos han dado una parte importante de su vida para que traducir una idea en el exitoso proyecto que vemos hoy. Pero son ellos mismo los que se apresuran en transmitir la idea de que la escuela no son las personas, ni la casa, ni los instrumentos. La Escuela de Talentos Andacollinos es la concreción viva de un sueño que nace cada día y que como tal no depende de un solo elemento, por valioso que sea, sino que, fundamentalmente, de ejercer la capacidad colectiva de seguir soñando.