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La señora Isabel con sus marayes preserva una de las tradiciones andacollinas más antiguas

25 octubre, 2017

Enclavados en el sector de Las Catanas de nuestra comuna encontramos los marayes de la señora Isabel Feña y su familia, quienes desde la década del ochenta comenzaron a trabajar con este instrumento ancestral de gran utilidad en la pequeña minería y que aún mantienen su vigencia especialmente para los pirquineros.

Doña Isabel es una andacollina de corazón, pues llegó al pueblo a finales del año 83, proveniente de Santiago, recuerda que su hijo apenas tenía una semana de nacido cuando ella y su marido llegaron a esta tierra.
Los tiempos eran difíciles por la economía del país, el trabajo ofrecido a su marido y por el cual llegaron en busca de mejores oportunidades le duró poco, ya establecida acá se había dado cuenta que el motor de la actividad económica del pueblo era la minería.

Nos comenta que observó que toda la gente iba a los trapiches, pero que dejaban botada una arenilla, un día cuando no tenía leche para su hijo se armó de valor y a escondidas de su marido fue a la Planta de Darío Cortés a pedir esa arenilla. Recuerda que los mineros la echaron por la superstición de la mala suerte, pero el dueño la autorizó a recoger ese material y de ahí partía a moler a los marayes de don Lito.

Nuevamente, con su capacidad de observación vio como se hacían los marayes y se atrevió a comprar uno que no lo usaban mucho, $12.000 le costó y lo pagó haciendo el aseo todos los sábados en la casa de don Lito, armó el maray en el patio de la casa donde vivía y con el correr del tiempo adquirió otro más.

Posteriormente, seguiría recorriendo otras plantas de trapiches para recoger la arenilla y repasarla en busca de algún gramo de oro que por esos años costaba $600, también sus dos marayes le ayudaban en el sustento, pues los arrendaba a otros pirquineros.

Pero doña Isabel no se detuvo ahí y comenzó a ir a los alrededores de Andacollo, caminaba por los cerros buscando piedras grandes y adecuadas para construir marayes, nos cuenta que en 2 años junto dieciocho rocas “las tenía en el patio, mi marido me decía que estaba loca y yo le respondía que con los marays me iba a comprar un terreno y construir una casa”.

Aunque el trabajo duro de la minería y también de la agricultura le ha pasado la cuenta en su organismo, ya que concurre a diálisis una vez por semana y por la dificultada para caminar, se siente muy orgullosa de los nueve marayes que tiene actualmente en el patio de su casa en la población José Luis Arraño.

“Estos marays han dado harta comida para mucha gente, para niños, para matrimonios nuevos, para gente antigua. Don Lito, que era mayor siempre me decía, “Chabe nunca deje de tener un marays, porque nunca le va a faltar un pan para la casa” y es cierto porque aunque sean mil pesos al día se tiene para comer algo”, nos dice muy emocionada la señora Isabel, al ver que sus sueños se han concretado a punta de esfuerzo y perseverancia, siendo a la vez un importante aporte para la preservación del patrimonio de nuestra comuna.

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