Con la llegada de la empresa privada, el sector donde se emplazaba dicho campamento fue vendido, por lo que sus vecinos y vecinas emigraron a distintos lugares de la región de Coquimbo.
La alegría y entusiasmo se sintieron durante la jornada del pasado sábado 1 de febrero, cuando las familias llegaron a compartir en la actividad que recordó los 30 años desde que Churrumata llegó a su fin. Durante la jornada, se realizó una misa a cargo del nuevo rector del santuario, padre Fernando Vega, y también hubo un almuerzo y una cena de camaradería, además de música bailable y fiesta de espuma para los niños.
Cabe recordar que el campamento minero Churrumata fue uno de los poblados más importantes durante el siglo XX, y se ubicaba al suroeste de Andacollo, albergando a numerosas familias dedicadas a la minería, especialmente a quienes se dedicaban a la extracción de oro. Sin embargo, durante la década de los 90 y con la llegada de la empresa privada, los terrenos donde se asentaba Churrumata fueron vendidos, lo que implicó que sus habitantes se trasladaran a otros lugares de la región.
En este sentido, actualmente existe el sector denominado La Nueva Churrumata, donde viven habitantes del poblado antiguo, y donde, además, está emplazada la sede social, el centro de madres y la capilla. Fue en dicho sector donde se llevó a cabo este encuentro. Al respecto, José Manuel Castillo, presidente del Club Deportivo Churrumata, expresó, “tenemos muchas metas que cumplir, estamos en pro de llevar a cabo todo lo que queremos y estamos muy organizados. Queremos unir a las familias, ahora estamos implementando nuestro gimnasio y nuestra sede. Esta actividad es una fiesta de reencuentro de toda la comunidad, había mucha gente que no veíamos hace muchos años, y esta vez fue la ocasión”.
La idea de compartir y tener un espacio para reunirse con todos aquellos que se criaron en Churrumata es tradición, pero este año fue aún más especial debido a los 30 años del fin del asentamiento minero. Vesna Cuello, asistente del evento, comentó, “nací en Andacollo y me críe en Churrumata hasta los 17 años, esta instancia me trae recuerdos de mi juventud, muchas anécdotas y el reencuentro con personas que no veía hace mucho tiempo”.
Un día que permitió rememorar anécdotas de infancia, historias y el legado de aquellos que trabajaron en el lavado y extracción de oro y vivieron en Churrumata, el campamento minero que cobijó a sus familias y que mantiene un legado en la memoria de la comunidad.