Importantes obras como “Andacollo 1940”, “Calle Urmeneta”, “Maitencillo”, “Churrumata”, “La Nevazón”, “La Abuela”, “Las Macheras”, “Charles Chaplin”, “Paisajes Chilenos”, se encuentran a la venta en la casa de Osvaldo Barrios, ubicada en Manuel Blanco Encalada 56, sector Cassuto.
Osvaldo Nicolás Barrios Campillay es conocido como “El Maestro Barrios” y se puede definir como un hombre de vida polifuncional: se ha dedicado a la minería, al fútbol, la música y a la pintura. Fue maestro constructor de plantas de moliendas en Las Rojas, Almendral, Quebrada El Ingenio de Ovalle, Altar Alto, Pichasca y Pencahue, participó en clubes de fútbol locales y es aficionado a tocar guitarra, instrumento del cual tiene una colección importante. Actualmente, se le conoce por sus obras pictóricas, donde ha plasmado la historia de Andacollo, las cuales nacen y se inspiran en la soledad del jardín de su casa. Barrios ha tenido la posibilidad de presentar sus obras en diversas exposiciones locales, donde ha sido aplaudido por el público y la crítica.
El artista explica que comenzó en el arte pictórico como un desafío personal, dedicándose a la pintura al óleo, acrílico y tela: “Primero, empecé a pintar flores sobre papel blanco. Ya, cuando me formé como hombre y me tocó el Servicio Militar, me fui donde están las Artes en La Serena. Ahí vi unas pinturas, me dije ´por qué no podré hacerlo yo´, compré óleos y empecé. Mi obra se basa en mis experiencias de vida, en la minería, las fiestas religiosas y en sectores de Andacollo donde viví, como ´Calle Urmeneta´, donde trabajé con los Jeraldo. También hago pintura de corte surrealista. Cuando estoy desocupado pinto y vendo mis obras en mi casa. Hay que tocar el timbre y listo”.
La vida como musa inspiradora
Dicen que los artistas buscan estímulos en sus experiencias personales para poder crear sus obras y que, entre más duras sean, más originales y creativos serán los resultados. “El Maestro Barrios” no es la excepción. Relata que todo ha sido difícil para él, desde el primer día, tras ser abandonado, pero que, sin embargo, logró salir adelante en la vida gracias a la minería: “Desde los cuatro años vivo en Andacollo, cuando fui abandonado por mi padre y fui recogido por los hermanos Espinoza. Años más tarde, entré a la escuela y no di resultado. Me echaron. Solamente iba a dibujar y a pelear con los ´chatitos´. Así que, a los 13 años, empecé a trabajar en las minas, ya que en mi casa no alcanzaba. Mi hermano mayor se dedicó a la panadería y el otro a manejar camiones en Viña del Mar. Yo trabajé hasta que me tocó el Servicio Militar. No lo terminé, porque me disgusté y me fui del Regimiento. Quedé aplazado sí, pero no lo hice y me puse a trabajar en la mina de los González. En ese tiempo me puse ´bueno para los combos´ y estuve metido en varias peleas contra carabineros. Iba al mismo retén o a la Fiscalía a buscarles pelea. Posteriormente, trabajé en Manganesos, donde aprendí construcción con el ´Chico´ Aracena y después, aprendí a hacer plantas de trapiche. Hice los mejores trapiches de Las Rojas, Almendral, Quebrada El Ingenio de Ovalle, Altar Alto y Pichasca. Hasta el Sur llegué. Cerca de Pencahue, donde me cerraron la planta. Decían que contaminaba pero no era así”.