Patricia Milla deja en claro que trabaja con todos sus papeles al día: permiso municipal, sanitario y autorización de las dueñas del terreno que ocupa, por lo que el público debe confiar en la calidad de sus productos.
Como todas las mañanas, Patricia Milla llega temprano para instalarse en el puesto que tiene entre sector Los Mantos y la Cruz Verde de Andacollo, donde recibe, con sus deliciosos productos y una atención cálida, a todos quienes ingresan a Andacollo por la Ruta D-51. Patricia vende queso de cabra, churrascas, mote con huesillo y cabrito al juego los domingos. Cuando ya todo está listo, atiende su local de lunes a sábado desde 13:45 hrs y los domingos desde las 10:00 hrs. Dice que no se va hasta que vende todo lo tiene disponible, como lo hará este Viernes Santo, cuando estará desde las 8:30 hrs de la mañana, en el lugar de siempre, para recibir a los viajeros con sus delicias.
Patricia dice que las necesidades económicas la influenciaron a emprender este negocio familiar, agregando que la buena retroalimentación recibida por sus clientes la han motivado a diversificar la gama de alimentos ofrecidos: “Todo esto nace de las dificultades económicas, porque mi esposo estaba trabajando en Dayton y, por razones obvias, perdió su empleo. Yo, en mi casa, vendía quesos, pero se puso mala la cosa. Por esta razón, opté por venir a comprar acá, en la Copec. Pedí permiso en el Municipio y me dijeron que sí, que era buena idea. Después, un turista de San Felipe me preguntó si sabía amasar, porque así podía hacer churrascas y venderlas junto con el queso. Este lugar es admirable para trabajar, pero lo más importante para mí ha sido la buena acogida del público. Ese es el tema que me preocupaba. Me vine, tímidamente, un miércoles, con tres kilos de harina y las churrascas se vendieron como pan caliente. Al otro día, volví con tres kilos también. Ya, ese sábado, volví con cuatro. No vamos a decir que voy a hacerme rica con esto, es una opción para ayudar en la casa. Empecé un 15 de enero y mis principales clientes son turistas, profesores y público en general. La recepción ha sido buena. Nunca se imaginaron que alguien estuviese trabajando aquí”.
Finalmente, enfatiza que espera seguir progresando comercialmente, para poder financiar los estudios de su hija: “Quiero seguir creciendo, postular a algún proyecto y tener un food truck, pero hay que pensarlo bien, porque, primeramente, hay que atender bien a los clientes y venderles cosas de calidad, traer la masa bien hecha. Hay que mirar al futuro pero todo a su tiempo. Deseo darle una buena educación a mi hija, los tiempos están difíciles. Ha sido una bonita experiencia. Una vez estuvo un turista polaco y me regaló una bandera. Yo le di una Virgencita. También, unos turistas de La Ligua, que me felicitaron por lo que estaba haciendo”.