El trabajo de lavador de oro es tan antiguo, que va de la mano de los primeros pobladores de los diferentes valles de la zona. En Andacollo ha pasado de generación en generación y cada cierto tiempo con el repunte del precio del metal precioso, se pueden encontrar a estos mineros escarbando la tierra para juntar unos gramos.
Don Juan San Francisco, es un andacollino jubilado que trabaja en las cercanías de Tablelume, allí con un proceso totalmente artesanal que incluye el ensaye, el harneamiento y la maritata va obteniendo algunos gramitos de oro para vender y ayudarse con sus gastos.
Esta es una labor que le gusta a don Juan, que nació y creció en nuestra comuna, después vivió por 30 años en la segunda región, y al volver jubilado comenzó a interiorizarse más en este trabajo tan característico de Andacollo y que es parte de nuestro patrimonio inmaterial.
Don Juan señala que en verano va 2 o 3 horas por día, lo primero que hace es el ensaye de la tierra para ver si tiene “chispitas”, luego se juntan más o menos 30 carretilladas de material para harnear, posteriormente se lleva a la maritata para lavar la tierra y así obtener el oro (aproximadamente ½ gr).
Finalmente, este esforzado andacollino comenta que está contento de poder preservar un poco de la historia de la pequeña minería, pero también sabe que es una labor difícil de ejecutar y que por la escasez de agua y los vaivenes del precio del oro son cada vez menos los interesados en aprender este oficio.