El fin de semana recién pasado, el Padre Gaspar Quintana, Obispo emérito de Copiapó, celebró sus dos últimas eucaristías como integrante de la Comunidad Claretiana andacollina en el Templo Parroquial.
Ante gran cantidad de fieles, el sacerdote agradeció el cariño de la comunidad y se despidió de su trabajo como misionero que lo trajo a Andacollo por 5 años, anteriormente había sido párroco durante en el año 1990 al 1991.
El Padre Quintana, fue Obispo de Copiapó del 2001 al 2014, ese año al retirarse del trabajo diocesano, pidió a sus hermanos de la Congregación claretiana ser destinado a Andacollo, tiempo en el cual entregó todo su carisma cristiano a andacollinos y peregrinos que llegaban en busca de palabras de consuelo y esperanza.
De su estadía acá el prelado destacó que “me llevo un buen recuerdo de la gente y de sus atenciones, porque es gente de vida sencilla, son muy cordiales y eso es bueno para vivir en paz, para vivir en un dialogo profundo con la gente. Yo le doy gracias al señor por el tiempo que estuve acá fueron 5 años y noté grandes cambios con respecto la primera vez que estuve”.
De un trato afable y cercano, deja un gran testimonio entre todos quienes los conocieron, especialmente por su fe a María de Andacollo, como él llamaba a nuestra Chinita.
Finalmente, entregó unas palabras de reflexión “pertenecemos a una Iglesia misionera desde el momento que el Señor nos ha llamado al santo bautismo, nos ha enviado a transformar la sociedad, el mundo y la familia. Entonces no debemos ser católicos que no se comprometen con nada sino mujeres y hombres que nos ponemos en marcha para que el mundo sea otro, especialmente nosotros en Chile que estamos pasando una crisis difícil”, concluyó Monseñor Quintana.